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jueves, 24 de diciembre de 2009

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Una paradoja es un niño sin sol, Juan en su cuarto escribe en su blog. La pared revela el castigo, 7 días tachados y 8 por cumplir. Afuera la primavera con su dulce y fresca brisa.
Juan: Las playas de la islita son las mejores de la zona, acostumbro ir con mis amigos, evitamos las mas visitadas yendo por el camino de los precipicios. Casi siempre playa escondida esta sola para nosotros pero no hoy: cuando llegamos fuímos directo al agua, estaba refrescante y misteriosa como siempre, me sumergí a bucear, cuando mirás mas allá del veril por debajo del agua en un lago patagónico sentís un estremecimiento, parece que en cualquier momento de la azul oscura y verdosa profundidad algo va a aparecer y no precisamente una trucha. Al salir a la superficie miré a la playa, una pareja de ancianos junto a la que parecía ser su nieta armaban una sombrilla roja en la punta, junto a las piedras. Ella tendría 12 u 13 años como yo, parecía simpática y es muy bonita. Con mis amigos nos pusimos a jugar a las cartas, por plata por supuesto sino no tiene emoción. Me fue bastante bien, por lo menos recuperé lo que había perdido la última vez, pero yendo a lo importante, no, no es solo la chica, aunque es muy bella se fue sin darme bolilla, aunque no sin darme nada. En un momento miré hacia ellos y no la ví, miré alrededor pero no estaba en la playa. Me levanté y caminé hacia el agua, la ví en lo profundo, nadando hacia adentro. Con gran destreza pasó las rocas, a esa altura ya estaba muy hondo pero incluso apuró el nado, parecía saber donde ir. De repente ante mi mirada de asombro se detuvo, parecía flotar, giró su cuerpo y me miró sonriendo luego empezó a levantarse, se apoyaba en algo, haciendo equilibrio se paró, feliz saludo a sus abuelos que le respondieron con alegría, desde donde yo estaba parecía estar parada en el agua, además que yo supiera no hay piedras sumergidas ahí. Ella se sentó, sonreía o eso yo creía. Le comenté a mis amigos pero ninguno me prestó atención. Se zambulló de regreso y nadó tranquilamente hacia la costa. Cuando salió del agua la mire con disimulo. Esperé un rato y mientrás ella tomaba sol con su mp3 me metí al lago y nadé hacia el mismo lugar. Despúes de 5 0 6 metros ya no se ve el fondo, solo un azul profundo, el abismo. Intenté pensar en otra cosa, en mi respiración y brazada, pasé las piedras, a partir de allí me fue mucho más dificil estar tranquilo, estaba muy hondo y lejos de cualquiera que me rescate, adelante nada, solo ese aterrorizante azul oscuro. Empecé a preocuparme, no veía nada, frené, miré a la costa, ella me estaba mirando. No podía darme por vencido y volver bajo su mirada burlona. Giré y comencé a nadar con los ojos cerrados, luego de 5 o 6 interminables metros toqué algo, asustado ví una enorme piedra apenas sumergida. Miré bajo el agua y se perdía en el abismo, era lisa, redondeada, sin aristas. De a poco me pude subir, la piedra bajo el agua estaba tibia. Al fín pude respirar tranquilo, me levanté y saludé a mis amigos pero estaban muy entusiasmados con su juego. Cuando la mire ví que se estaban yendo a las apuradas, el abuelo juntaba las cosas nervioso mientras la abuela la retaba, cuando se iba me sonrió. Me parecio extraño, después de unos minutos volví a la playa. Cuando volvíamos le conté a mis amigos pero nadie me creyó, todos dicen que no hay ninguna piedra allí, incluso Marcos me dijo que pasa siempre por ahí con la lancha de sus padres y nunca vió nada. No importa lo que digan yo sé donde esta y mañana los llevaré, ojalá también esté ella.

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