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miércoles, 3 de febrero de 2010

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Luís: Mora y Manuel dormían abrazados sobre la gran roca, Crisanto y Pierre volaban sobre ellos. Cuando ella abrió los ojos, vió el amanecer y sonrió. Manuel se despertó asustado. Arriba, muy arriba, los dos demonios planeaban en círculos. Desde allí Manuel y Mora eran dos puntitos negros pero podían ver cada detalle, como Mora lo tranquilizaba, como sus besos calmaron sus nervios. Cuando él pasó su mano por su pelo y lentamente la besó. Escucharon el sonido de sus labios tocándose y la respiración del amor. Pero eso no los detuvo. En picada se lanzaron sobre ellos, que no los esperaban. Pierre golpeó a Mora con sus piernas en la cabeza mientras Crisanto golpeaba con un palo a Manuel por la espalda. De inmediato volvieron a atacar, Pierre clavó su daga en el pecho de Mora y Crisanto en la espalda de Manuel. Los cuerpos inertes cayeron sobre la roca. Mora rodó y cayó al precipicio. Crisanto se acercó a Manuel y lo pateó en la cara. Pierre buscó las coordenadas en el pantalón de Manuel pero no las encontró. Miró a Crisanto con desazón. Crisanto observó el transmisor.
Crisanto: Ya mandaron la señal. Hijos de mil puta! llegarán en cualquier momento, vamos a morir!! tenemos que salir de acá ya!
Pierre: Pará!! tranquilo, puede ser diferente ahora, pasó mucho tiempo, los jerarcas ya estarán muertos.
Crisanto: ¿Y los jóvenes? ¿pensás que hicieron una revolución? Si los mataron a casi todos, los que quedaron son autómatas idiotizados con propaganda química, ¿qué esperás? ¿qué lo que no hiciste vos lo hicieron otros?
Pierre: Podemos unirnos a ellos, podemos ayudarlos a encontrar a los demás y así mejorar nuestra situación, les diremos que nosotros mandamos la señal.
Crisanto: Yo era un niño cuando me fui, nunca pude nadar en los mares turquesa ni viajar a las lunas pero me acuerdo de la comida, los frutos y nuestra agua viscosa y tibia que brotaba de los árboles y flotaba en las nubes. Y de mi padre, que aceptó el nuevo régimen. Mi madre me trajo, huyo de él y de esa locura pero vinimos aquí, rodeados de idiotas, donde nuestras hazañas no valen nada. Nos hemos conformado con tan poco. Esta bien tío, les diremos eso y mucho más.

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