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viernes, 5 de febrero de 2010

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Luís: La nave descendió bastante lejos de donde esperaban Crisanto y Pierre. Ellos la vieron pasar ilusionados, y se dirigieron tras ella. Lentamente sus patas se asentaron sobre la tierra, abrieron inmediatamente la plataforma de acceso y presurosos comenzaron a bajar. Pero no todos juntos sino en pequeños grupos y cada cual tomó su propia dirección. No eran más de cincuenta, en general los niños iban por separado en grupos de dos o tres, luego un grupo numeroso de mujeres adultas, los hombres adultos casi todos iban solos. No se miraron entre sí, al contrario trataron de separarse lo antes posible. Sus ojos enormes, maravillados, miraban la naturaleza terrestre. A pesar de la prisa no podían evitar detenerse ante una flor y su aroma o un enorme árbol. Los pájaros los conocían y no les llamaba la atención. Un joven se acerco al río y se zambulló, cumpliendo seguramente un viejo anhelo. Se dispersaron en todas las direcciones posibles alrededor de la nave incluso dos niños decidieron remontar la cascada haciéndolo con asombrosa facilidad, al llegar arriba no se detuvieron ni miraron atrás. Siglos de encierro habían sido suficientes.
Crisanto y Pierre se cruzaron con un grupo de mujeres jóvenes, sonrieron mientras se detenían para saludarlas pero ellas siguieron de largo mirándolos con desprecio. Crisanto tomó a una de ellas por el brazo quien de inmediato le asestó un golpe en el pecho que lo dejó sin aire, sentado en el suelo. Pierre miró asombrado.
Pierre: Acaso han olvidado los buenos modales, ¿o hemos cambiado tanto? Somos como ustedes, nosotros los llamamos.
Crisanto: Queremos ayudarlas a encontrarlos, sabemos donde están todos, nunca quisimos venir aquí nos trajeron a la fuerza, queremos regresar!!
Una joven que venía unos pasos detrás de las demás se detuvo mirándolos con asombro, extrañada de su ropa y apariencia. Tomo el sedoso pelo de Crisanto y sonriendo lo olió.
Joven: No hay donde regresar, no vinimos por ustedes sino por nosotros, es un hermoso lugar parece y muy amigable veo pero sí me permiten acaso sí, quizás me puedan ayudar ¿hacia dónde está el poblado más cercano?
Pierre incrédulo señaló con su brazo hacia el poniente, ella dio media vuelta y se fue.
Pierre: Esperá...hey, ¿porque decís todo eso? Es verdad, queremos ayudarlas!! Nosotros las llamamos
Crisanto: Si fuimos nosotros!!
Ella no se detuvo, ni miró sobre sus hombros, solo se perdió lentamente entre el espeso follaje.
Crisanto: Mujeres, bah!! están todas locas, sigamos.
Vladimir fue el último en bajar y lo hizo muy lentamente como con miedo, temeroso de sus propios demonios que lo habían torturado por siglos, atormentándolo de tal manera que ya no era el mismo ni quería serlo, pese al inminente reencuentro con Mora.

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