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viernes, 8 de enero de 2010

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Luis: ¿De dónde viene la inspiración sino de la vida misma? No creo en musas lindas y transparentes que me dictan al oído mis sus más bellos versos, es nuestro propio cuerpo. Nuestros sentidos son los que en contacto con la naturaleza y los demás, van construyendo el relato, con el fin del relato mismo, quien con autoridad debe ser capaz de permitir, a quien le preste atención, sentir en sus propios sentidos la contundencia de las acciones dramáticas. Pablo provocó eso en mí, su vida inspiró muchas de las historias que cuento. Todo empezó una noche de verano. El hacía una fiesta en su casa y nosotros no estábamos invitados. Tendríamos todos 12 o 13 años. Mis amigos y yo estábamos bastante borrachos, llegamos a la puerta con la intención de entrar directamente pero al llegar estaba Quique, amigo de Pablo, quien se nos interpuso en el camino y cuando uno de nosotros empezó a empujarlo el llegó y nos dejó entrar. Cuando pasé a su lado me saludó amable, después de todo éramos vecinos, aunque él no se juntaba con los de su edad, siempre andaba con gente más grande.
Al entrar estaba lleno de chicas, Pablo a todas las atraía con su belleza y bohemia, trabajaba en una radio y tenía un programa de música stone y psicodélica. Nos desparramamos en los sillones, allí estaba Carolina una hermosa chica un poco más grande que yo quien siempre me miraba. El alcohol me dió el valor de acercarme y de conquistar mi primer beso, recuerdo sus hermosos labios, lo extraño y placentero de sentir su lengua dentro de mi boca. Ambos teníamos aparatos de ortodoncia y aunque parezca forzado e inverosímil en unos de esos inolvidables besos nos quedamos enganchados unos segundos. Nos reímos y para escapar un poco de todos caminamos hacia una de las habitaciones, había gente por todos lados, sin adultos en la casa. En la cocina los amigos de Pablo charlaban animadamente, en una pared una guitarra eléctrica, quizás la única del pueblo en ese momento. Cuando abrimos la puerta del baño para buscar más intimidad encontramos a Pablo con dos chicas fumando un porro, ellos rieron. Pablo nos ofreció, yo no sabía qué hacer, eso no era como el alcohol, estaba prohibido además seguramente quedaría atrapado, adicto, incluso moriría. Me quedé mudo, inmóvil, el me miró a los ojos, levantó los hombros y cerró la puerta. Nos sentamos en el sillón nuevamente, ella no se había dado cuenta de nada. Al rato se pusieron a bailar Pablo, Quique y dos chicas en la oscura sala. Eso también me impactó, en esa época los chicos no nos animábamos a bailar, por vergüenza. Decíamos que no era de hombres, pero a ellos todo eso no les importaba. Bailaban como indios alrededor del fuego sagrado. Y todas las chicas los miraban, dejaban de besar a sus novios y los miraban. El arte no respeta lo establecido, busca nuevas formas de representar la realidad, no se ata a recetas impuestas socialmente y siempre avanza más rápido que la moral, la política y la sociedad.

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