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jueves, 14 de enero de 2010

22

Luis: Pierre estaba arrodillado junto al río, lavaba sus manos cubiertas de sangre. Detrás el desastre, Juliana muerta, desnuda de la cintura para abajo. No pudo reprimir sus oscuros y abyectos deseos. Ni siquiera intentó convencerla, solo se acercó y mientras dormía la amordazó. No quería testigos, la violó a su antojo por delante, por detrás, luego la remató de un disparo en la cara. Mientras lo hacía reía, estaba acostumbrado. Se sabía intocable, siempre su dinero tapó sus actos y escondió sus secretos. En realidad era un pésimo amante, había matado a varias por burlarse de él. Absurdo y cruel infeliz, nuevamente había apagado una luz y esta vez una hermosa luz que aunque humana, brillaba mucho más que la suya. Allí quedaron lo sueños de Juliana. Joao quedó atónito, no se lo esperaba, Crisanto como si nada le pidió el desayuno. Cuando Pierre se acercó traía un arma en la mano, Joao se levantó esperando lo peor. Crisanto y su tío y hablaron en voz baja. Crisanto lo miró y con una sonrisa trató de tranquilizarlo. Pierre como un autómata se fue a dormir a la carpa. Crisanto le pidió a Joao que se deshiciera del cadáver. La llevó en brazos y dejó que la corriente se la lleve. El cuerpo flotó río abajo unos veinte metros y se enganchó en unas rama por unos momentos luego se perdió de vista. Joao volvió y se sirvió café, miró a Crisanto con temor. Sería mejor estar alerta y escapar si era necesario pensó. Crisanto le ofreció pan con una sonrisa, nada alterado, estaba de muy buen humor después de la noche de pasión. Todo le estaba saliendo como lo habían pensado, necesitaban a Joao, al menos por ahora.

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