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domingo, 17 de enero de 2010

23

Juan escribía en su blog.
Juan: Al fin terminó el castigo, ya puedo salir de mi cuarto. Mi madre ha vuelto por suerte y ya no discuten tanto. Ayer me encontré a Pablo un vecino de la otra cuadra. Tiene mas o menos mi edad. Estaba con dos chicos mas grandes, pasaron en bicicleta. Pensé que estaría enojado por haber llevado a mis amigos a la fiesta en su casa pero no, al contrario me saludó con buena onda. Fue el primero al que le mostré lo que escribo. El arte de la narración no es fácil para mí. Mucho fue a parar a la basura, otros los atesor y cuando tiempo después los leo me dan asco. Es buena la autocrítica pero uno no puede ser objetivo, es necesario que los demás opinen y hay que aprender a escuchar las críticas. Que distinto que ven los otros nuestros sublimes versos, muchos ni siquiera terminan de leerlos. Ninguno de mis amigos le encuentran sentido a escribir. Mi primer y mejor crítico fue Pablo. Estábamos de campamento por el día de la primavera, con cuatro amigos más dormíamos en una apestosa carpa, soportando todos los olores imaginables, a pata, alcohol, pedos y mal aliento. Incluso el agrio sabor del esperma que en estos días no podemos contener. Recuerdo que esperábamos a que los demás se duerman para masturbarnos pensando en las chicas que habíamos visto en la playa. Nunca sabemos como acercarnos a ellas, esto no es un problema para Pablo. El estaba en una carpa con su novia, los dos solos, como viejos amantes. Su hermosa novia, Malena, nos miraba con desprecio mientras lo abrazaba. La última noche del campamento me quedé solo en la playa, esperaba que esa chica con la que había cruzado apasionadas miradas viniera a buscarme. Iluso siempre fui, ella nunca vino. Desconsolado comencé a escribir un poema en honor a mi esquiva amada. Sentí unos pasos a mi espalda, me di vuelta ilusionado, era Pablo. Se acercó y me saludó, yo con mi habitual timidez me puse incómodo, quería ser su amigo pero no sabía que decirle. No fue necesario, el comenzó a hablar.
Pablo: Que buena esta la noche, viste que loco el reflejo de la luna en el lago. Está planchado parece un espejo. Me gustaría caminar sobre el agua como Jesús, los orientales pueden hacerlo, se concentran y pueden levitar o caminar sobre el agua. Todo el poder está en nuestra mente, solo hay que conocerse a uno mismo
Yo: De una.
Pablo: ¿Qué escribís? a ver.
Tomó de golpe mi cuaderno y se quedó largo rato leyendo en silencio junto al fuego. Yo estaba muy nervioso, nunca nadie había leído mi trabajo. Ansioso esperaba que me diga algo, que me felicite. El leía y parecía muy entusiasmado, empecé a sentirme bien, parecía que le gustaba, reía y me miraba de reojo. De repente, me arrojó el cuaderno con desgano y cierta violencia. Lo miré asustado.
Pablo: Te digo la verdad, me parecen muy cursis, parecen poemas de nenas “me dejó y no pude encontrar el deseo de vivir”..“en sus ojos brilla el fuego de mi amor”. Tenés que escribirle a la pasión no al desamor. Mujeres tendrás muchas y si vas a escribir un poema cada vez que te rompan el corazón con suerte vas a terminar en una revista rosa o escribiendo telenovelas. La vida entera debe ser tu fuente de inspiración, los sueños, aún los más locos, las utopías, la libertad, la pasión que algunos seres humanos ponen en juego. De nada sirven lloriqueos de amor, tenés que escribirle a la vida, a tus miedos, a tus fantasías reprimidas. Eso es arte duradero, aquél que desnuda el alma del hombre, no estúpidas historias de amor, bah! amor, ¿Qué sabés vos del amor? ¿Acaso dejaste todo por un amor? ¿Ya cogiste? ¿Tenés novia acaso? ¿O crees que el amor son estas tontas historias? Perdoname pero es mejor que alguien te lo diga antes que sea demasiado tarde. Además es solo mi opinión, después de todo yo no soy nadie. En ese momento su novia llegó, me saludaron y se fueron juntos a caminar junto al lago tomados de la mano. Sentí una gran humillación, al principio me enojé con él pero luego cuando en la carpa intentaba dormirme entre los gemidos apagados de alguno de mis amigos, le agradecí, tenía razón, si él lo decía tenía que tener razón.

1 comentario:

  1. Ignacio siempre es un placer leerte, y qué bueno escribirle a la pasión y a la vida y no al desamor!

    Tus textos serán ahora q volví a casa parte del disfrute de las vacaciones y seguiré escribiendo comentarios ya q estas dispuesto a leerlos o por lo menos ya q hay un lugar para participar. un abrazo, Ameli

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