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viernes, 22 de enero de 2010

26


Luis: Ella lo vió primero, desde una pequeña colina, se arregló el pelo y bajó corriendo a su encuentro, Manuel se quedo inmóvil no sabía que hacer, ella lo abrazó y besó en la boca, cuando él intentó reaccionar y besarla Mora lo miraba sonriendo.
Manuel y Mora: Perdón, perdoname.
Mora lo abrazó llorando.
Mora: Gracias por venir.
Manuel: Perdoname no quise… ahora te entiendo tanto, merezco que me hayas dejado. Si me das una oportunidad.. podemos hacer lo que siempre hablamos, podemos ir a la isla o a nuestra estrella. Huyamos de aquí tengo miedo, vienen por nosotros.
Mora: No vamos a ninguna parte Manuel, yo lo amo. Vos lo sabés. Nosotros deberíamos estar ahí también.
Manuel: Volver! ¿a qué? ¿a morir como esclavos?
Mora: A luchar por lo que vivimos soñando.
no encajamos acá Manuel.
Mora: Manuel te necesito..
Manuel: ¿Tenés la frecuencia?
Ella sonrió, caminaron de la mano hasta perderse en el bosque.
Crisanto, Pierre y Joao observaron en silencio como Manuel y Mora se alejaban.
Joao se acercó a Crisanto y le hizo una seña para que lo siguiera, quería hablarle a solas, Crisanto sorprendido accedió de mala manera, Pierre sonrió con sarcasmo.
Joao: ¿Qué estamos haciendo acá? ¿Quiénes son esos?
Crisanto: ¿Sabías que sos muy lindo vos? Tranquilo vamos.
Mientras caminaban Pierre le habló en voz baja solo unos segundos, Crisanto levantó los hombros desganado y miró a Joao.
Crisanto: Muy lindo, pero lamentablemente ya no sos útil para nosotros..
Joao sorprendido no tuvo tiempo de reaccionar Pierre le disparó dos veces por la espalda, cayó frente a Crisanto. Intento aferrarse a sus piernas pero se lo sacó de encima violentamente. Mientras Joao daba sus últimos suspiros sacó un cigarrillo. Pierre se acercó presuroso para darle fuego.
Crisanto: Llegó la hora tío. Será mejor que yo me encargue de todo, vos hacé lo que te digo.
Pierre: ¿Puedo tomar de la fuente?
Crisanto: Primero tenemos que encontrarla, ellos no lo dirán nunca. Yo pienso tomar, después de todo es una oportunidad que no se debe dejar pasar ¿no? Además, es la única forma de vencerlos. Caminaron tras los pasos de Manuel y Mora sin mirar atrás. Joao quedó tirado en el suelo con los ojos abiertos inyectados en sangre, sobre su labio posaba la cadenita de oro que Crisanto le había regalado.

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